...estatua...



 Estaba oscuro, era una especie de sala un poco larga, los pasos hacían eco en toda la habitación y me acercaba lentamente al final. Estaba un poco frío, caminé unos cuantos metros y derrepente se encendieron las luces, la sala tipo corredor remataba en una estatua sobre un pedestal y, a su alrededor, se encontraban otras estatuas también sobre pedestales. La estatua del final del pasillo era de granito o, por lo menos, de una roca áspera, el color era de un grisáceo que casi alcanzaba el blanco.Su mirada esculpida con cuidado denotaba el paso de los años, la alegría, las victorias, sobretodo las derrotas y tristezas, pero ahí estaba, fuerte, imponente, marcaba presencia. Sentía que a pesar de que aquella estatua fuera fría y áspera, la única manera de ver qué había dentro de ella era mirándola a los ojos, aquel material era como una carcaza que los demás veían, la calidez no salía afuera.Su pose daba a entender que estaba entregando algo, en su mano extendida, la derecha, había un fénix en pose de salir volando; en el hombro de su izquierda había un aguila lanzando un graznido hacia el cielo.
me acerqué lentamente, la estatua estaba fría y algo húmeda, áspera. me daba vueltas alrededor para verla, irradiaba algo de protección y parecía que estaba esperando algo, su cabeza apuntaba hacia la entrada de la sala, con la cabeza un poco agachada. Sin darme cuenta me convertí en la estatua, logré verme caminando alrededor mío, pero solo por un segundo. me sentía bien dentro, era como si me estuviera esperando, intentaba moverme y cuando la iba hacer, llegó el momento de irme. Volví nuevamente en mí, y tenía que irme ya, me iba alejando mirando siempre la estatua, pero pareciera que ella misma me decía que no iba a ser la ultima vez que nos íbamos a ver, que nos íbamos a volver a encontrar. Sentí nostalgia. Las luces se apagaron y abrí los ojos.


también lo que sentí fué algo como solemnidad, un aire que me parecía familiar, como que todo estaba hecho ya, un aire de sabiduría, de humildad, de amor... sentí también que luego de mí iban a ir otras personas.
Esto fué un ejercicio que hicimos en astrología, la estatua es el yo verdadero, ese yo del corazón y lo que queremos alcanzar. En el fondo lo que hicimos, fué vernos a nosotros como verdaderamente, o, por lo menos, como nos percibimos a nosotros, sin esa máscara que se muestra al mundo exterior. Obviamente nada fué premeditado, fué la imagen que se me vino de un disparo a la mente al igual que las sensaciones. 
y si, me considero la persona más fría del mundo, no lo niego, y el defecto que más odio: la eterna lucha entre el corazón y la cabeza.

Está llena de significados, me sé algunos, pero de seguro a medida que vaya viviendo, a medida que me vaya muriendo y volviendo a renacer, aparecerán más.




lluvia de mierda...

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