Si no lo hubiera hecho



Entró al autobus, marcó con la típica tarjeta de estudiante y caminó hacia el fondo. No habían asientos, así que decidió apoyarse en la zona para discapacitados, dejó su pesada mochila en el suelo afirmándola con las piernas y miró el panorama.
Justo en ese momento, una mujer de unos treinta y algo que estaba sentada a unos centímetros al frente de él, cruzó las piernas mostrando la exquisitez de su alma y la blancura de sus muslos.
Llevaba un vestido delgado, apretado al cuerpo y con rayas horizontales de color celeste, resaltando su figura de señora y esposa. El calor comenzó a recorrerlo desde los pies hasta la cabeza, era un pequeño incendio que arrasaba su espíritu. El joven no podía arrancar la mirada, pues aquellas piernas lo mantenían hipnotizado, ella lo miraba como buscando otra cosa y él la miraba directo a los ojos mientras el deseo que emanaba sin saber de donde, le creaba pensamientos .

El tipo con el coche que estaba delante de él, miró hacia donde estaba ella y con una seña le hizo entender que se bajara aquella minifalda y la mujer, abriéndole los ojos de par en par, le dijo de forma muda que no podía hacer nada.

El joven miró hacia la ventana ocultando la risa y nuevamente la miró, ella respondió con la mirada sin bajarse la minifalda.
Así, el autobus siguió el recorrido, mientras la mujer engañaba al marido mediante miradas y toques distantes y él, apoyado en la parte acolchada, miraba sus muslos con deseo tratando de encontrar aquella cueva húmeda y dulce.

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