Mi transparencia



Nada he avanzado pues la estupidez sigue a mis espaldas. Debe ser por la luna, debe ser por el cúmulo estelar alojado desde mi nacimiento. Una de las cosas peores es cuando razono con el corazón, pues el sol se dispersa y las nubes vuelven a armar un tormento en mi naufragio sin esperanza. Sin esperanza de vida, de saciar mi hambre y mi sed, de encontrar tierra firme.
Dónde quedo el avance y en qué lugar guardé el aprendizaje que ya todo nuevamente se vuelve a oscurecer, para volver a empezar como siempre: antes de la creación del universo. 
Gran tristeza es que no hayan clases para aprender a amar, una catástrofe sideral es que no exista maestra que se dedique el tiempo a ver los cráteres del corazón y la cabeza, que con certeza se enamore y se ría de las idioteces que suceden, que corrija para aprender nuevamente la lección.

Soy un cobarde y retrógrado, de la época medieval, un príncipe escondido en un caparazón acorazado, digno de una armadura, sólo para protegerse y que para la lucha le tiemblan las piernas. No lucha con dragones, sino que con fantasmas...así como don Quijote de la Mancha y su fiel amigo Sancho Panza, aquella luz llamada esperanza...de esa sin cautela, de esa que solo invita a soñar. Todos me tratan de loco, porque las Dulcineas ya no existen. Las torres y los castillos están vacíos, los dragones ya se han ido, pero el noble caballero sigue aun en pie con su coraza, galopando entre llanuras y colinas, entre fincas y casas nobles. Siempre galopando, creyendo conquistar y creyéndose caballero.

He sentido el amor universal, el religioso, el que se da al prójimo y hasta el de una mujer, sin pensar que no la amaría. He tenido aventuras, explorado mujeres de este país y del otro, pero aún así no es lo mismo. Y no lo será porque jamás he estado con una mujer que ame, he negociado con dioses, creencias y sueños fugaces para tratar de estar con alguien que por lo menos le guste, he tratado de estar con mujeres que me gusten y mujeres que yo les guste, pero sin resultados y vuelvo a escasear en el mismo desierto milenario.

Al parecer debo seguir aprendiendo a no buscar, a aceptar las circunstancias que vengan, a aceptar el corazón de otra mujer sin amarla, aceptar a dar y no esperar nada a cambio y estoy dispuesto a hacerlo.

Pero una cosa tengo clara: jamás armaré mi vida con una mujer que no ame y que ella me ame, no aceptaré no sentir eso recíproco en mi vida. Prefiero morir en mi soledad, en brazos de mi éxito personal, tener sexo ocasional. Pasaré el resto de mi vida con una mujer que sienta por mí el amor que yo también sentiré por ella.



Ya son las 4 de la madrugada, nuevamente hay que retirarse. Al parecer salí muy tarde de mi castillo, obré con demora y negligencia. Sin contar que cometí el mismo error de siempre: ir por el mismo camino.
Otra página en blanco. No logro entender...


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