Como guerrero



Hay un proceso doloroso. Es como despedirme de un montón de cosas, un montón de cosas que pertenecen a un mismo elemento. El quinto elemento.
Parece que es una despedida y un inicio. Pareciera que el camino es largo y difícil, dificultoso, tormentoso, complicado. Parece que las artes en ese sentido en mí no cobran valor, pues se hunden como metal en el agua y se derriten como las plumas de Icaro al tratar de llegar al sol, y es algo que tengo que intentar.
Mi voluntad es cambiar, cambiar al fin...cambiar ese aspecto de persona que hay en mi interior, transmutar la energía para encontrar dentro del abismo aquel brillo. Aquello me puede causar la oscuridad completa y sin fin, puedo llegar más allá del inframundo, allí donde nace el Tártaro. Si es necesario batallar contra titanes y gigantes así lo voy a hacer, si es necesario llegar morir lo prefiero así. Quiero hundirme, quiero progresar en mí, quiero encontrarme con la última gota de sudor y de sangre golpeando contra el piso, quiero intentar levantarme hasta que mis músculos no resistan el peso de mis huesos.
No espero renacer, no espero recompensa, no espero nada. Lo único que deseo es encontrar el maldito pantano y vencer a la hidra. Encontrar esa putrefacción y limpiarla de toda sombra.

Las esperanzas ya no las tengo, ni Dios me tiene esperanzas. La luz se me ha escapado porque ya he porfiado bastante.

Me repudio, me odio, no me amo, no pido ni me quejo. Estoy frustrado y enfurecido conmigo, estoy harto, estoy rebosante de amargura y tristeza.

Pero quiero encontrarme con ese pantano, cueste lo que cueste.

Me llevaré a mí mismo y mi fe en el corazón. Me comportaré como el guerrero que soy y el mago al que me he de convertir. Esta vez mi voluntad, se convertirá en la espada que me ha de guiar.

Y finalmente sí deseo algo: encontrarme y purificarme, para poder seguir viviendo, para fundirme, para entenderme, para superarme, para calmarme.

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