¿Y la botella?



Y la botella no llegó a tu orilla. A punto estuve de embarcarme con mi balsa hacia la mar, pero un rayo de luz me detuvo en seco.
Algún animal desconocido pudo haberse comido la botella...o tal vez llegó tu ángel y se la llevó a los cielos. Lo cierto es que aquellos gritos silenciosos finalmente se acallaron por completo cuando con una mano me taparon la boca.

"ay viejo, en este juego...a mí siempre me toca perder"

Por eso te decía que soy náufrago de profesión.