Oportunidades que son, pero que no sirven.



Creo que hay una infinidad de distintos tipos de besos. Pero sólo me voy a abocar a dos tipos de besos: aquellos que se recuerdan por el contexto y aquellos que se recuerdan por ser buenos besos.
Cada vez que uno va a dar su primer beso, lo piensa como una receta de cocina y cree que porque lo ha practicado tanto y ha seguido todos los pasos habidos y por haber, el postre final saldrá una exquisitez descabellada capaz de quitar todos los sentidos e irradiar rosas y flores a todo el mundo por el resto de la vida.

Pero no es así...

El primer beso que voy a hablar consiste en que es recordado por ser romántico, si se tiene suerte tal vez apasionado, con el típico cosquilleo en el estómago y la saliva a flor de piel que más que saliva realmente parece ser el elixir de los dioses (Yo preferiría la hidromiel) y todo bien, excepto que a veces el contexto físico no acompaña.

El segundo tipo de beso del que hablaré, es ese beso medio chamuscado, un poco racional, con cierta prudencia, tratando de que sea algo perfecto. Ese tipo de besos no sale excelente a la primera, sino que se mira a la otra persona y cuando se descubre de que ya no hay nada más que ocultar, nace a la perfección en la segunda vez, sin embargo, en el primer intento...puede ser de que haya un buen contexto.

Quería establecer la relación entre un buen beso dado en un mal contexto y un mal beso dado en un excelente contexto, pero la imaginación y la inspiración vuelan de un escopetazo mis ideas racionales. En fin...

El mío fue a los 28 años. Era una especie de orgía de lenguas con una previa humosa. Ella estaba a una persona de mí, jamás pensé que iba a pasar, pero pasó. Según la cadena lógica de sucesos, ella no me iba a tocar pero fue la amiga quien decidió que lo hiciéramos (o eso recuerdo) y ella decidida totalmente, al lado mío. Yo sólo miraba al novio, que claro, estaba presente.

Podrán imaginarse el contexto y el tipo de beso que di.

Lamentablemente hubo una segunda oportunidad (digo lamentablemente porque estaba el susodicho presente) Pero mi nobleza y mi respeto ganaron la batalla, aunque mis ganas de tomarme la revancha sobrepasaban mis límites humanos.

Y así fue mi primero beso: mal contexto, mal beso y para qué decir de la segunda oportunidad, si tampoco fue.

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